Cuando en mayo de 2025 entré a formar parte del equipo de Volies como Community Engagement Coordinator para Amazon InCommunities en Aragón, comprendí enseguida que mi función no consistía en poner en marcha proyectos, sino en continuar leyendo un territorio, sus ritmos y sensibilidades, así como la particular manera en la que las personas y agentes que lo habitan se relacionan entre sí. Y digo continuar porque podría decirse que ese ha sido el principal propósito de mi trayectoria profesional hasta la fecha; en el ámbito de la despoblación y la innovación social.
Para dotaros de contexto, Volies es el aliado estratégico que ofrece el servicio de Community Engagement Specialists a Amazon en distintos puntos de Europa —desde Dublín hasta España y Francia— y también en Estados Unidos, donde actuamos como oficina técnica especializada. Además, coordinamos proyectos de voluntariado corporativo tanto en Alemania como en España. Esta presencia internacional nos permite comprender al mismo tiempo las necesidades del territorio y la cultura interna de Amazon, actuando como un puente entre ambas realidades. En la intersección de la visión global y el arraigo local es donde nuestro trabajo cobra sentido.
Aragón, una oportunidad que retorna
Durante décadas, Huesca, Zaragoza y Teruel han vivido un fenómeno constante: la marcha de talento local en busca de oportunidades profesionales competitivas y estimulantes. Sin embargo, en los últimos años, la región ha apostado por diversificar su economía y atraer industrias que resuenan a futuro, innovación y posibilidad.
En ese contexto, Amazon —como un aliado más del territorio— anunció en 2019 su plan de instalar tres centros de datos en Aragón, ubicados en El Burgo de Ebro, Villanueva de Gállego y Huesca. A este anuncio le siguió, en junio de 2021, la confirmación oficial de la Región AWS en España, que entró en funcionamiento en noviembre de 2022. Para el Gobierno de Aragón, esta decisión representaba la oportunidad de atraer y retener talento, generar empleo y situar a la región en el mapa europeo de la industria digital.
Pero toda industria necesita algo más que infraestructuras para consolidarse: necesita arraigo, integrarse en el territorio y sumar al tejido ya existente.
Amazon InCommunities: la parte humana de la tecnología
Escucha, análisis y red: la metodología invisible
Todo proceso territorial comienza escuchando, comprendiendo y adaptándose al contexto. Imponer ideas solo genera distancia. Comprender qué actores intervienen, qué necesidades son verdaderas y cómo se relacionan entre sí las instituciones, entidades sociales, empresas y ciudadanía es el primer paso para actuar con coherencia.
Adaptarse también implica comprender la cultura de las organizaciones. Cada corporación y cada entidad social tiene sus lenguajes, sus ritmos y su manera de trabajar. Y aquí el papel de Volies es esencial: ejercemos de puente entre el territorio y la compañía, traducimos expectativas, anticipamos necesidades y facilitamos que cada colaboración avance sin fricciones. Ser vendor estratégico no es solo ofrecer un servicio, sino comprender a las personas, los equipos y contextos para que las alianzas se asienten con naturalidad.
Esta manera de trabajar conecta con la filosofía de las Smart Villages, muy presente en países nórdicos, donde el desarrollo del territorio se concibe desde la colaboración, la sostenibilidad y la tecnología al servicio de la comunidad. En Aragón, esa lógica ya estaba viva. Desde Amazon, la misión ha sido siempre sumarse, no sustituir.
Apoyar lo que ya funciona: alianzas que transforman
Una de las colaboraciones más significativas es la que mantenemos con Apadrinaunolivo.org, entidad referente en sostenibilidad rural y economía circular en el Bajo Aragón. Juntos hemos impulsado proyectos como OptiRiego, una tecnología que sustituye el riego tradicional a manta por sistemas de goteo más eficientes, reduciendo el consumo de agua y profesionalizando la gestión agrícola. También acompañamos la iniciativa Somos del Pueblo, que recupera huertas abandonadas para elaborar productos tradicionales y generar empleo para mujeres de poblaciones vecinas. Dos intervenciones distintas que comparten un propósito: revitalizar el territorio desde lo que ya existe.
Otro ejemplo es Think Big Space, iniciativa educativa impulsada por Amazon para acercar la robótica y la programación a niños de los diferentes colegios en Aragón. Lo hace de la mano de Creative Hut —partner metodológico irlandés y referente europeo en aprendizaje STEM— y Robotix, partner implementador en España con una larga trayectoria en LEGO Education. Son ejemplos de que una colaboración que no nace del territorio puede integrarse con respeto, coherencia y sentido, cuando se escucha y se acompaña con mimo.
Y para medir todo este impacto se utiliza Comgo, una plataforma que convierte las acciones en indicadores sociales claros, ayudando tanto a Amazon como a las propias entidades a profesionalizar su medición y explicar su valor. El impacto es más profundo cuando se comparte.
Las aliadas del sistema colaborativo
En el trabajo en red, en las alianzas y en cualquier sistema colaborativo, existe un conjunto de habilidades que actúan como verdaderas aliadas silenciosas. Son las que sostienen los vínculos, permiten avanzar y hacen que las relaciones fluyan con coherencia y respeto.
- La empatía no es solo ponerse en el lugar del otro, sino comprender desde qué historia, ritmo y sensibilidad actúa cada persona. La escucha activa va más allá de oír; es captar matices, silencios y necesidades que aún no se han puesto en palabras.
- La proactividad es anticiparse con calma. Es leer el ecosistema, detectar patrones y actuar antes de que algo se complique, moviéndose desde el cuidado y no desde la urgencia.
- La visión sistémica permite entender que cada acción afecta al conjunto. En un territorio donde conviven administraciones, entidades sociales, empresas y ciudadanía, todo está conectado.
- La cultura colaborativa recuerda que nadie transforma un territorio en solitario. Su valor es crear los espacios necesarios para que cada actor aporte desde su talento y su propósito, reconociendo lo que ya funciona y favoreciendo que las iniciativas crezcan de forma complementaria.
- Y también está el perdón, entendido como la capacidad de reconocer que el conflicto es natural cuando muchas personas trabajan juntas. No se trata de ignorarlo, sino de aprender a soltar aquello que ya no aporta, para que la colaboración pueda seguir avanzando con claridad y sin cargas innecesarias. En un trabajo en red, liberar lo pequeño es lo que permite que lo esencial encuentre espacio para crecer.
Estas habilidades son, juntas, la base que permite que un sistema colaborativo respire, avance y se mantenga vivo.
Con el pulso sereno que Labordeta imprimió a esta tierra
Si algo he aprendido en este tiempo es que el impacto real no surge de las estructuras ni de los nombres, sino de las relaciones: de esa forma tan aragonesa de escucharse, mirarse a los ojos y avanzar con paso firme, pero sin prisa. Y es imposible no recordar a José Antonio Labordeta, quien habló de Aragón con una honestidad profunda y una ternura firme. Profesor, escritor, músico y caminante, supo leer esta tierra como una red de personas e historias que merecen ser acompañadas.
Labordeta no solo cantó el territorio: lo sostuvo y lo dignificó. Ese pulso sereno, esa forma suya de avanzar con la gente —y no por encima de ella— continúa siendo una guía para quienes trabajamos cerca del territorio. Porque, al final, lo que transforma no es la prisa ni el ruido, sino la humanidad con la que se tejen los vínculos.
Y quizá, en el fondo, Labordeta tenía razón en aquello que insinuaban sus pasos: que los caminos se vuelven más luminosos cuando se recorren juntos, al compás de la gente y de la tierra.


